Qué esperar cuando vives sola. Manual de uso

Alejandra Carrillo
3 min readAug 7, 2020

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Querida lectora,

Es posible que la casa se caiga a pedazos.

Es posible que los insectos encuentren distintas formas de entrar a la cama, al sillón, a la mesa y a los libros.

Es posible que las hormigas hagan agujeros invisibles y que las cucarachas aprendan a entrar al refrigerador.

Es posible que se pudra hasta el agua en un par de días.

Que te pudras tú, todos los días, también.

Querida lectora,

hay días en los que ninguna silla es cómoda y otros en los que las almohadas se mojan sin explicaciones.

Con regularidad se acaban los cigarros y cuando abundan los cuartos se llenan de humo.

Es estrictamente necesario aprender a soportar la angustia que provoca la cocina sucia. No hay absolutamente nada que ayude a esquivar la mirada cuando todos los platos están sucios. Así que, con la determinación que le sea posible, comience limpiando el mostrador y lavando poco a poco primero los platos hondos y planos, las cucharas, los sartenes, sacudiendo el polvo, espantando a las arañas y trapeando al final.

A medida de lo posible intente no llorar. A mí me funciona cantar unas canciones aunque no siempre es efectivo.

La verdad es que sobre todo resulta más aterrador antes que mientras se hace.

Querida lectora,

luego también se extraña la cama aunque sea tan difícil dormir en ella. Y en cualquier parte.

Se evoca el sillón y ya ahí es casi imposible concentrarse.

Habrá cientos de olores extraños. Algunos dan terror. Usted será responsable, a partir de hoy, de todos ellos, hasta los que parecen venir del techo o de la madera. Hasta de los que nunca antes había percibido.

También será responsable del recibo del impuesto predial, de los cortes del agua y la luz, de sus dolores y sus remedios, de todas las pastillas probables que podrían funcionar y de las que intoxican. De todo lo que puede salir mal y peor y terrible. De lo insoportable como la soledad, la idea de que se acabe el papel del baño, o el champú o el dinero.

De absolutamente todas las cosas que se echan a perder.

Uno a veces se queda tirado en la sala mientras las plantas se secan y se quema la sopa y hace algo parecido al frío.

Querida lectora,

parece mentira pero casi nada del otro lado de la balanza vale la pena excepto los días de descanso, el canto de algunos pájaros, los libros que alcanzan a terminarse, las amigas que traen comida y remedios, que revisan continuamente si uno no ha decidido colgarse después de todo, el amor en las almohadas ciertas mañanas, algún impulso vago de crear, a veces.

Cuando hay vino o café. Cuando hay yogurt, papaya, melón, miel y mango.

Todo lo demás tiende a pudrirse. A hacerse monótono, desagradable y horrendo.

Será increíble.

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